La limpieza es una cita obligada pero no precisamente agradable. Esta tarea suele resultar tediosa para la mayoría de las personas, si bien ver el resultado después puede resultar de lo más gratificante.
Y eso existiendo multitud de aparatos que facilitan la labor, como la aspiradora con filtro de agua, la aspiradora de mano, limpiador de vapor, y otros muchos que hacen que la limpieza sea eficiente con un menor esfuerzo.
Sin embargo, algunas tareas de limpieza suelen caer fácilmente en el olvido, ya que no forman parte de la rutina de limpieza habitual. Se trata de una serie de labores que deben realizarse al menos cada dos semanas o una vez al mes. Entre ellas, la limpieza de los siguientes objetos.
El teclado del ordenador
Tanto los teclados como las pantallas táctiles de los ordenadores constituyen un importante foco de virus y bacterias. Razón por la cual hay que tener especial cuidado con ellos, sobre todo cuando se encuentran en manos de distintos usuarios.
Se pueden limpiar con unas toallitas especiales que resultan ideales para limpiar pantallas y mandos a distancia y para los teclados. También es conveniente darles la vuelta y retirar el polvo o las posibles sustancias que se acumulan entre las teclas.
El mando a distancia
Un estudio de la Universidad de Houston señala que los mandos a distancia son el objeto más sucio que se puede encontrar en una habitación de hotel, dado que estos acumulan numerosísimas bacterias.
Al igual que en el caso de los teclados, esto se debe al trasiego permanente de mano en mano, y a que se trata de un objeto que no suele limpiarse habitualmente. En el seno del hogar ocurre exactamente lo mismo.
A la hora de limpiarlo por fuera, se puede utilizar el mismo método señalado antes para el ordenador. Para una limpieza más a fondo, se puede desmontar con un destornillador, y limpiarlo con bastoncillos para los oídos por dentro y por fuera.
La parte superior, rendijas y molduras de las puertas
Cuando se limpia el polvo, se debe procurar no olvidar la parte superior de las puertas. El hecho de que no se vean, y su altura, no contribuyen a acordarse de ellas. Por otro lado, si las puertas no son lisas, no se deben olvidar tampoco sus molduras o rendijas, ya que estos son puntos en los que también se acumula el polvo.
El plumero es idóneo para llegar bien a estos lugares. Se debe empezar por el canto superior para pasar después al resto de la puerta. No hay que dejarlo para el final, porque el polvo de la parte superior cae sobre el resto de la puerta y el suelo.
El cubo de la basura
Sin duda una tarea bastante desagradable, pero muy necesaria, ya que por mucho que se proteja con bolsas o se tenga cuidado, es inevitable que en el fondo o los laterales del cubo de la basura caigan residuos.
La forma de limpiarlo es sacarlo y llevarlo a la bañera, para allí llenarlo con agua muy caliente y con una mezcla de bicarbonato y vinagre o con lejía. Después se debe dejar un par de horas y al vaciarlo, frotarlo con un cepillo y dejarlo secar.